El amor es tan real
como temblar bajo este auricular mientras suena 'Can we still be friends?'
Verán, dándome un
garbeo, la otra tarde, sospeché hallar a un ángel alado. Y, dado que anduve
mucho tiempo haciéndome un cambio de aceite y sucesivas revisiones del chasis en
boxes, no estaba seguro de haber encontrado un milagro entre un millón de
hormigas, debí pararme a recrearme en el resplandor de su anunciación de platino irradiado. Y, sí,
era un ángel alado, de finos cabellos rubios, nívea piel y labios carmesí...
Tal relevación me
congeló de dicha. Ahora sé qué sintió Joe Dimaggio cuando se corazoneó de
Marilyn.
Y en esas ando aún hoy
mientras preparo una lista para pinchar post Puente de la Inmaculada
Concepción. Hay de todo en ella, cómo no. Ya saben, el tiempo jamás envejece.
El músico jazz de la
improvisación actúa cual Sinatra yendo y viniendo de Las Vegas a Roma pasado
los 60...: la apología del virtuosismo en plena resurrección senil.
Ya están aquí los
confetis de la navidad. ¿Nuestro organismo está preparado para soportar algo
tan disruptivo?
En estas fechas tan
señaladas evitaré esas calizas dulces (mazapanes, por poner un ejemplo gráfico
e indigesto) y otras cefaleas gastronómicas para el espíritu. ¡Alegría!
Se preguntarán, ¿cómo
sobrevivir a la navidad pasando por ella y quedando incólume?
Hay algo que tener y
únicamente tres gatos tenemos.
¿Privilegios?
Evidentemente. Con dinero o talento baila hasta un mono.
Paz.
Chau, voy a hacerme
unos kilómetros.
O, mejor, me hago la permanén.