Con la niebla
devorándonos el alma, la soledad no deja de ser una férrea fuente primordial y
estable en esta desnortada remembranza que amenaza con hundirnos en una sed
eterna.
Días de vino y fuego
forzando la perífrasis de la lealtad a la humedad de la infidelidad. Todo un
torrente para un mismo afluente egoísta y mezquino.
Entre la acción y la melancolía,
solo nos queda el 100% de nada.