sábado, 15 de noviembre de 2014

Carta a una joven artista



Foto de CDL. Calle Fuencarral. Madrid '12

  Vivimos en el mejor de los mundos posibles. Si estás enojada, tu pijama y tu almohada son tus mejores amigos. Si andas depresiva, el chocolate y la música de tu grupo favorito te alivian y acompañan. Si tienes frío, una manta y una buena película son un gran cobijo. 

Sin embargo, en muchas ocasiones, olvidas tus privilegios. No te preocupes, cariño, la memoria es dada al olvido selectivo. Por ello, te remito a Ortega: "el hombre masa cree que el bienestar es naturaleza, no el trabajo y la moral de generaciones y generaciones anteriores." 

Me comentaba mi buen amigo Carlos Domínguez que proliferan los niños ricos disfrazados de comandantes bolivarianos. Estos hipócritas consumados han vivido de putísima madre y llenan el vacío de su plástica existencia jugando a ser revolucionarios castristas. Estos proletarios de salón y wifi anhelan prender fuego a todo y construir su dictadura leninista sobre las cenizas de un nuevo '36. Estos sujetos son basura, deshecho humano. Lo peor. Detritus que debemos barrer si no queremos vernos sumidos en la desgracia. 

No debes caer en la tentación de su provocación televisiva. No tienes que dejarte lavar el cerebro con sus redes sociales. Recuerda siempre una de las enseñanzas de McLuchan: "la indignación moral es la estrategia tipo para dotar al idiota de dignidad". Y, tú, chica, no eres imbécil.


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