No es indispensable
pronunciar "el escepticismo es el único camino hacia la sabiduría" y
acto seguido morir. La duda metódica es otro de esos asideros sustanciales para
el ser humano. Ella nos asesora como un viejito sabio. Nuestra hermana duda
actúa más allá de los límites cognitivos. Nada de voz de la experiencia. Nada
de Pepitro Grillo. Más bien luce como el maestro Yoda.
¿Hay tanta ruindad
alrededor? Quizá no haya tantas mentiras... más bien son equivocaciones. El
perjuicio, el dogma mental nos estratifica hasta cosificarnos. De ahí que el individuo libre sea ciego para
contemplar clarividentemente el sacrificio de su propia vida.
A veces, estás en el
suelo y te pisan la cabeza. Ya sabe, el hombre más que un lobo para el hombres
es un hiena. En tales cuotas de desvanecimiento personal debe sacar fuerzas de
flaqueza, tomar aire, desprender torería y esperar a la bestia con media
verónica.
El peligro, la
inmolación o la extinción siempre está ahí esperando su momento como un ladrón
bajo tu balcón. Temblando agazapado pero con la voluntad de obrar sin piedad.
Igual, el miedo no existe para ti: si la vida debe ser vivida con plenitud, a
la muerte hay que recibirla con una sonrisa.