Todo un pleonasmo. La música y la poesía
nacieron juntas. Luego se fueron desligando, corriendo aventuras ajenas.
Inclusive, ambas se prostituyeron.
Hoy día, los
trovadores no se conciben. Las canciones viajan más que los astronautas. La
poesía está degradada.
Y, sin embargo,
siempre un adolescente se perderá en los sonetos de amor de Salinas o en los
poemas existencialistas de Gil de Biedma.
Mis últimos cuatro
años fueron intensos. Prescindí de excesivos compromisos formales. Morí
trabajando por y para el arte popular. Vivir
por y para el arte popular es desastroso para llevar una vida formal y sana:
abandonas el curro, las clases y tu novia te deja. No recomiendo a nadie que se
lance a vivir por y para el arte popular.
Escribo tuits
inteligentes para minorías que sepan despreciarme.
Hay quien ve en las
redes sociales un vehículo para prolongar su propia vida. Otros, el cerebro
colectivo de nuestro tiempo. Twitter es el reflejo parcial de nuestra sociedad.
No hay que ser muy listo para saber qué le interesa al pueblo soberano. Lo
lógico sería utilizar Twitter para cribar y no para socializarnos. Twitter no
presenta para mi ningún incomodo en mi vida diaria. Es más, me parece un
complemento ideal para identificar giles. Ahorra tiempo. Twitter es el cerebro
colectivo de nuestro tiempo. Nada más. En cambio, lo jugoso en la vida es
individual, inspirado y posesivo.
Las cosas que de
verdad interesan en la vida no se encuentran en el mundo virtual. Esto es como
ir al super: rápido, cómodo y perecedero. Piensen en el amor, el sexo, el vino
o una raya de coca. Todas carnales y reales. Son actividades similares a montar
en un fórmula uno.
Ahora estoy varado al
final de mi mismo. Volveré.