miércoles, 24 de septiembre de 2014

Palabra en el tiempo

  






  Todo un pleonasmo. La música y la poesía nacieron juntas. Luego se fueron desligando, corriendo aventuras ajenas. Inclusive, ambas se prostituyeron.

Hoy día, los trovadores no se conciben. Las canciones viajan más que los astronautas. La poesía está degradada.

Y, sin embargo, siempre un adolescente se perderá en los sonetos de amor de Salinas o en los poemas existencialistas de Gil de Biedma.

Mis últimos cuatro años fueron intensos. Prescindí de excesivos compromisos formales. Morí trabajando por y para el arte popular.  Vivir por y para el arte popular es desastroso para llevar una vida formal y sana: abandonas el curro, las clases y tu novia te deja. No recomiendo a nadie que se lance a vivir por y para el arte popular.

Escribo tuits inteligentes para minorías que sepan despreciarme.

Hay quien ve en las redes sociales un vehículo para prolongar su propia vida. Otros, el cerebro colectivo de nuestro tiempo. Twitter es el reflejo parcial de nuestra sociedad. No hay que ser muy listo para saber qué le interesa al pueblo soberano. Lo lógico sería utilizar Twitter para cribar y no para socializarnos. Twitter no presenta para mi ningún incomodo en mi vida diaria. Es más, me parece un complemento ideal para identificar giles. Ahorra tiempo. Twitter es el cerebro colectivo de nuestro tiempo. Nada más. En cambio, lo jugoso en la vida es individual, inspirado y posesivo.

Las cosas que de verdad interesan en la vida no se encuentran en el mundo virtual. Esto es como ir al super: rápido, cómodo y perecedero. Piensen en el amor, el sexo, el vino o una raya de coca. Todas carnales y reales. Son actividades similares a montar en un fórmula uno.


Ahora estoy varado al final de mi mismo. Volveré.




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