Me gusta el fundido
en rojo de la portada. Me gusta la intensidad y la densidad de esas canciones
espesas de historias existencialistas, de amores desquiciados, de una ciudad
derruida. Todo eso me gusta de Honestidad brutal.
Solíamos escucharlo
de corrida encerrados con un solo juguete. Las 37 canciones del disco era la
medida de nuestro tiempo.
Por ahí, decías que
podíamos estar perdidos o a punto de matarnos pero siempre nos quedaba el
acorde de la próxima canción.
Sonreías a quemarropa
y había en ella algo angustioso, algo de amargo desafío. Un largo espacio de
amor blanco y pleno.