Don Serio
Que todo el mundo oculta en sí su némesis quiero mostrarlo con una fábula:
Le contaban chistes, le ponían caras, le hacían cosquillas, y don Serio nunca reía. Le llevaban al cine, al parque de atracciones, al prostíbulo, pero no esbozaba ni una sonrisa.
Tuvo que venir un gran meteorito y caerle justo encima, partiéndolo en dos y mostrando sus entrañas. Los doctores no pudieron hacer nada: tenía que acostumbrarse, en adelante, a convivir con su otra mitad.
El mundo no parecía preparado para albergar a tantos Serios. Pero, tras el gran impacto, había sucedido el milagro: el carácter de don Serio había cambiado. Sus dos mitades eran alegres y dicharacheras. Al salir del ambulatorio, por primera vez en su vida, don Serio al fin "Se rió".
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