viernes, 20 de junio de 2014

José Mourinho tenía razón.

   




  Pues sí, una vez más José Mourinho tenía razón.

  La manipulación de la verdad, como bien saben esos guiñapos del neofascismo que son los estudiantes de las facultades de ciencias de la información, es el arte de falsación de la realidad más efectivo que tenemos a nuestra disposición. 

No es necesario volver a Goebbels para encontrar el hábitat de la fórmula.

  Ya dijo George Orwell que "en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario" A su vez, aprendimos en las canciones que la mentira es un gran invento y nuestras sucesivas relaciones pasionales nos lo confirmaron.

  En esta semana se ha rubricado la estrepitosa derrota de la Selección conocida como "La Roja". Sí, el adjetivo ominoso que la rebautiza es horroroso. Su forma de caer en el Mundial denota el gran problema de la nación española. Comandada por el Marqués Del Bosque, la Selección ha sido secuestrada por ex jugadores bienquedados. Los responsables son retratados en esa lista de 23 que se dio a principio de junio. La oligarquía del periodismo perdonaba la barbarie repitiendo hasta la saciedad el siguiente mantra: ellos son los que nos brindaron los mejores años de la Selección y con ellos vamos a morir.

  Cualquier merluzo va repitiendo la cantinela hasta convertirse en el discurso oficial. Lo fundamental es que se ha engañado al respetable. La cuestión de fondo es que la decadencia se ha institucionalizado. O lo que es lo mismo, el triunfo del pensamiento débil.

  Hay precedentes de muertes por éxitos. Recordemos que tras 'A sangre fría' Truman Capote no volvió jamás a terminar una novela. Era una estrella de la literatura tan grande que se abandonó a un mundo de alcohol y barbitúricos. Una mañana tersa de Los Ángeles encontraron su cadáver.

   El caso que nos ocupa, la abdicación futbolística de la Selección, no deja de ser una prolongación de nuestra realidad nacional: la institucionalidad de la decadencia. Esta anécdota no es baladí puesto que se produce en un país balcanizado.

  El crimen fue no admitir más opción que morir de éxito. El fútbol, como la vida, es un juego de estrategias abiertas a las realidades humanas.


  En fin, José Mourinho tenía razón.



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