"Yo propongo, y sin ánimo de lucro, un cambio radical en nuestro anquilosado sistema político, que además tiene la inobjetable virtud de ahorrarle grandes cantidades al sufrido erario público. Por ejemplo, en lugar de elecciones "generales", que más que generales deberían llamarse "genéricas", tal es la vaguedad de sus consignas, la demagogia de sus candidatos, los millones despilfarrados sin ton ni son en la farsa mal llamada "democrática", creo que sería más consecuente con nuestro ideal individualista su sustitución por "elecciones particulares", un nuevo ingenio en fase de prueba que permitirá, por ejemplo, que elijas el color de tus babuchas cuando vas a comprar al chino, o que hoy cocines sopa de ajo y mañana pollo al chilindrón, o que lleves a los niños a las clases de solfeo en lugar de al tenis... Imaginaos: ¡todos los días podría haber elecciones! Ya sé que, como toda idea revolucionaria a lo largo de la historia de la Humanidad, esta despertará al principio ciertos recelos por parte de los sectores más conservadores, que se lamentarán de lo que creen estar perdiendo. Pero ¿y lo que tienen por ganar? Al fin y al cabo, lo más importante en la vida son las pequeñas cosas, ¿no es verdad?"
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