domingo, 30 de marzo de 2014

Cowboy de Medianoche


Carta abierta a Daniel Vila.

Camarada, he reconocido en tu ciudad de pasarela la cúspide de nuestros héroes. He caminado junto a ti en esa maraña metropolitana a altas horas de la madrugada, pensando en el amor que dejamos tan sólo a diez minutos de casa. Nos hemos portado bien, a veces mal, como vagabundos en la puerta de cualquier iglesia, la cual, más de una vez recibió nuestras plegarias. Pero vivimos el triunfo y ¿Por qué no? Se podría decir que hemos cortado las dos orejas y el rabo. Te explico:

Me has enseñado posiblemente una de las lecciones más importantes de mi vida con la desmitificación de la ciudad a favor de la identidad de las personas, en tu amor por Buenos Aires o en tu constante huida. 

Es cierto que quisimos enseñar a amar. También lo es que amamos como prófugos de una constante penitencia, con el yugo cercando nuestro cuello. Comportándonos como seres condicionantes de las reglas que nos impusieron los versos de Machado o lienzos de Pollock.

Tú, adorable misántropo de masas y musas, te reconocerás como amante bandido de la selva de barro, que nunca consiguió domar al eterno salvaje de tu bestia rock.

Son horas frágiles de acero dilatado por las arterias de la metrópolis, con las riñas del metro y Dylan en la cama. Has vivido como Quijote en tu mundo de Madrid... Porque Madrid, amigo mio, te pertenece, forma parte de ti y lo llevarás contigo allá por la avenida de Mayo o en el corazón de Triana.

Amigo, yo nunca busqué la capital. Como un templario con causa, yo siempre quise buscarte. Y honrado en mi dicha de conocer tu perfil de Bunbury, no puedo más que sonreír y pensar que allí donde vayas tendré un amigo, un hermano y un héroe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia Creative Commons
El Yugo Eléctrico de Alicia se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 España.