sábado, 25 de enero de 2014

El guerrillero cherokee #2





  Si eres firme en tus convicciones jamás importa el hecho de naufragar. El estado perdurable es la desdicha más palpable para un mortal.

  Asimismo, el circuito cerrado del happening permanente que resulta nuestras vidas en La Era del Vacío se nos atraganta como un remanente de silicio cuando un alprazolam es un alivio de vértigo.

  Y ante tales circunstancias el mísero guionista únicamente puede fantasear para redondear el vacío existencialista de su actor fetiche con la recurrente pregunta "¿quién será el siguiente?"

  A raíz de esta aparente nimiedad manida me gustaría compartir una anécdota que viene al caso para lustrarme los zapatos. Escuchaba The Who la otra tarde mientras anochecían los destellos de recobrada jovialidad que engalanan la alfombra de mi fortificado cántico. Bien, a lo que iba, la banda había cumplido su primer ciclo grupal y escénico tras capitalizar el rock animal en Woodstock. Venía recién del directo en Leeds y traían jugosas canciones en el zurrón. Pasaba del cartón piedra compositivo al umbral de latón que embrañaría el primitivismo sofisticado que derrocharía en los setenta.   

  Obviamente el sagaz lector-oyente-roquista conoce al dedillo el álbum que me encendía el bocho: Who's Next. Nueve canciones dispersas al servicio de un disco con atmósfera conceptual y escenarios de altos vuelos pop. Pete Townshend revolvía cada célula de mi recobrada memoria sentimental. La guinda la puso John Entwistle, uno de mis bajistas rock preferido, con 'My wife'.


  Afortunadamente sé desvariarme por consentimiento facultativo del altísimo  Robert Johnson. Transcendentalmente estoy en un apeadero reposado y transitado por Juan Eduardo Cirlot. Milagrosamente parezco disfrutar de una inagotable salud de hierro patrocinada por Al Pacino. 
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