jueves, 7 de noviembre de 2013

Ajustes







  Dentro de un proceso penal estándar el imputado duda de su propio abogado por sinrazones varias. Extraordinaria es la impaciencia del sujeto si la pavura del proceso está más o menos justificada a pulso.

  Para el insulso espectador todo hecho putativo se presenta lucrativo si la oferta supera la demanda. Por ahí, si el interrogante despejado fue exonerado de facto no renta tanto como la preventa se enfanga en el barro.


  Mirando lo que nos rodea uno reza por la cetrina del embargo... Mientras tanto, amargo en su descargo luce el incólume inocente.



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