miércoles, 3 de abril de 2013

Pasatiempos lógicos: La ciudad de hoja perenne


Un texto duro como una piedra, para leer con lápiz y papel. Basado en una idea originalmente inspirada por Herr Rubén Carrera, autor de http://aventura-fantastica.blogspot.com.es

Los habitantes de Drujye no tenían muy buena memoria, pero, para compensar, vivían miles de miles de años. El mayor logro de su vetusta civilización fue el de encontrar la técnica de los viajes en el tiempo, y, más concretamente, hacia el pasado (ya que, como bien se sabe, es absurdo viajar hacia el futuro para no entender un pito). Una vez se lograron con éxito los primeros experimentos con perros y razas inferiores, se fueron fundando colonias y ciudades en el Pretérito. Su ciudad más majestuosa y antigua, la capital, tan antigua que se decía precisamente que existía desde siempre, y donde se desarrolló en su totalidad el Movimiento Viajentiempista (era, tecnológicamente, la ciudad más puntera de este distrito galáctico) fue trasladada íntegramente, piedra por piedra, al pasado más remoto que en ese entonces se podía alcanzar, con toda su tecnología y una selección cuidadosa de sus habitantes, que fácilmente doblegaron a los Pretéritos mediante el uso de palabras muy convincentes.

Esa ciudad, llamada Darje, era ahora inmortal. Pero no en el sentido en que lo es Roma, sino mucho más literalmente, pues existía, con muy leves variaciones, en dos puntos muy distantes en la recta temporal. Los Drujyeanos hicieron un plan para que su magnificente Darje presente estuviera pronto en todos los Años del Pasado. Para ello se transportaron distintas comitivas junto a copias de la Ciudad deconstruida que debía ser vuelta a erigir en caso de que la encontraran destruida por alguna extraña razón, y se los enviaba a un día concreto de cada uno de los años que separaban aquel primer año más allá del cual no se podía viajar del momento presente. En los últimos mil años no se adjuntaron a las comitivas copias de la ciudad, pues el presente ya estaba, en comparación, a la vuelta de la esquina. Luego, una vez que cada comitiva fue enviada, se esperó un año. Cuando los que habían llegado los primeros al Pasado vieron que, exactamente un año después, caía del cielo una nueva comitiva cargada de piedras lo festejaron, sabiendo que, si todo iba bien, ya no había un sólo segundo entre los dos puntos de la recta temporal que no estuviera ocupado por ellos.

¿Qué hicieron con las piedras? Pues, dado que en ningún punto la encontraron muy desmejorada con respecto a la primera que enviaron en el Pasado Más Lejano Al Que Se Puede Llegar, las emplearon como anexos para que vivieran las nuevas comitivas. ¿Cómo era entonces la ciudad en el presente? ¿Se iba volviendo inmensa por arte de magia, construida por manos fantasmas? No, pues se había calculado que la cantidad de eventos, las sucesivas decadencias, épocas gloriosas, conquistas, remodelaciones de la urbe de esos últimos mil años en los que no se envió material para reconstruirla otorgarían, fuesen cuales fuesen las constantes históricas, un aspecto idéntico al que tenía en el presente, y el margen de error de esta predicción era minúsculo, es decir, debía de pasar algo casi a-histórico o anti-químico para que no sucediera. Su avanzadísima física había demostrado hacía siglos que sí, que el mundo es predecible.

Darje se convirtió con esto en la única ciudad que se sustraía del tiempo, pues una vez se llegara al presente, se volverían a enviar las mismas comitivas. Sería de este modo el único punto estable en la infinita y vertiginosa recta temporal, aunque prosiguiera por otro lado su inevitable avance hacia el futuro con la población que no estaba de excursión temporal. Mientras el tiempo pasaría fuera de ella, y la geografía o las otras ciudades cambiarían enormemente, Darje seguiría siendo la misma, con ampliaciones cíclicas que luego se desvanecerían. Se calculaba, para los factores en los que no interfirieran los habitantes del futuro, que  en el justo punto medio de esos mil años sin intervenir sucedería el período de mayor esplendor cultural, de una riqueza inimaginable, que decaería sin cesar la segunda mitad restante hasta llegar a la metrópolis del presente, que ya de por sí era esplendorosa. Pero ¿acaso no se sabía ya todo esto de los libros de historia? No, porque eran alterados a su antojo por el gobierno, dándole a la profesión de historiador menos alicientes de los que ya tiene en otros mundos.

Pero bueno, quedaba mucho tiempo para siquiera dar la primera vuelta temporal en esta carrera. ¿Sobrevivirían sus emisarios?

Ya mencioné cuán longevos eran los de Drujye, tanto que ninguno ha muerto aún, aunque envejecen claramente. Y, si suponemos que viven 3000000000 años y el tramo temporal del que estamos hablando mide 40000, podrían volver al pasado muchas veces a lo largo de sus largas vidas, que serían casi ciclos perfectos estancados en la recta infinita de Cronos. Dados los valores de su cultura, esta idea de perfección, este desligamiento del correr de los segundos, aunque sólo fuera aparente, tuvo una respuesta fervorosa y entusiasta por parte de todos.

Entonces, pensará el agudo lector, los ahora vivos probablemente fueran los mismos que vivían en ese pasado al que ahora vuelven, aunque su aspecto y su personalidad hubieran cambiado enormemente. Pero, repetimos, no tenían muy buena memoria. Quizás la memoria de un Drujyeano se asemejara a la de un humano, lo que implica que poco recordaría tras unos escasos 300 años de vivencias. Luego sería otra persona, y tendría que aprender el mundo desde el principio. Por eso llevaban en sus viajes de sólo ida al pasado dispositivos intraepidérmicos ultrarresistentes que se activarían y les recordarían, cuando llegara el día exacto de volver en el tiempo, que debían hacerlo, pues para ese entonces ya habrían vivido muchas reencarnaciones en un mismo cuerpo.

En este punto hemos de explicar al lector qué sucede con la clásica paradoja de los viajes temporales. ¿Pueden tomar un café el yo del pasado y el yo del futuro? ¿Se fundirán en uno al verse ambas partes?
Bueno, la contrastación empírica indicaba que no, que podían coexistir, pero que eso ocasionaba una probabilidad de 567 paradojas terribles por minuto si tenían una mentalidad similar o si se parecían mucho, lo cual excluía a los posibles “ellos” del pasado primigenio. Realmente, nunca nadie identificó a su doble hasta épocas muy recientes. Se había calculado un índice exacto a partir del cual aumentaba exponencialmente la probabilidad de paradojas, y aquel que viajara a un pasado lo suficientemente cercano estaba entrenado para asesinarse a sí mismo (que no suicidarse), para eliminar a ese yo pasado que en épocas mucho más antiguas era imposible de encontrar, pues miles de años cambian el físico de uno hasta el punto de que bien podía ser un aristócrata que el más humilde mendigo. Por ello, esos dispositivos ultrarresistentes tenían otra función, quizás la más importante. Eran cuchillos muy, muy, muy afilados...
Digamos sólo, para no entrar en física muy avanzada, que no por matar a sus yos pasados se desvanecían como en las películas, sino que en este punto estaban muy ligados a la línea del tiempo, en la que ya habían nacido una vez, y eso era suficiente. Los nuevos recién nacidos, pese a tener los mismos genes, serían otros individuos (y a poco que se piense se concluirá que, efectivamente, una vez se toma la línea temporal como algo que se puede doblar y con lo que se puede jugar, aislando los momentos hasta la más pequeña millonésima de segundo, pasa de haber finitos a haber infinitos Drujyeanos, pues un Drujyeano de una millonésima de segundo puede viajar a la anterior, y los dos viajar a la anterior a esa, etcétera.)
Insisto, sin embargo, en que todo Drujyeano, aunque gustaban de pensar lo contrario, estaba plenamente inmerso en los desmanes de la línea temporal, es decir, el tiempo lo forzaba a envejecer, pero a menor velocidad que una roca metida dentro de una caja fuerte.

A todo esto, y súbitamente, tras estas primeras grandes huidas masivas al pasado que se han descrito, el gobierno de Drujye decidió destruir todas las máquinas del tiempo y no permitir a nadie viajar nunca más, ocultando sus motivos. Quedaron pues muchos milenios para que los hijos de los hijos de los hijos de los hijos […] de los hijos de los hijos de la generación que había visto este esplendor tecnológico supieran qué sucedería. Algunos creían, absurdamente, que dejarían de existir si hubieran sido asesinados en el pasado por un viajero temporal (era más probable que fuera por ellos mismos que por los habitantes del pasado, porque estos actuaban en principio exactamente como lo hicieron, salvo si se veían envueltos en el huracán de disrupción que suponía el contacto con los viajeros). Esta creencia era absurda, porque es contrario a la lógica más elemental pensar que se puede dar que uno nunca hubiera existido si existe. Simplemente, un joven o un niño morirían en algún sitio, no en el presente. Aun si en el pasado todos murieran, nunca se enterarían de en qué quedó la aventura temporal. Sólo había especulación metafísica y muy poca ciencia a la que acudir, y ambas fueron prohibidas y quemadas en su mayor parte. De todos modos, en su profusión de corrientes antitéticas no aclaraban, la verdad, demasiado.
El gobierno, cuyos miembros, pese a la pérdida de memoria, poseía multitud de aparatos similares a los recordadores intraepidérmicos para mantenerse en el poder sin perder la conciencia de ello desde que el tiempo era tiempo, monopolizaba los libros de texto y sólo permitía a la sociedad saber lo que ellos decidían, especialmente en lo referido a lo que se conocía sobre el pasado, y especialmente sobre ese fragmento del pasado en el cual había ya colonizadores. ¿Por qué este súbito arranque de despotismo?
Los Drujyeanos pre-viajes en el tiempo,  pese a su desastrosa memoria, o precisamente gracias a ella, podían volver a vivir lo vivido, pero también estaban siempre expuestos a la novedad, al vértigo de nuevos sufrimientos y nuevos placeres, y a la posibilidad de la desilusión. Pues llega un momento en la vida en el que uno cree que lo ha vivido todo y, aunque eso no sea del todo cierto, sí que ha vivido un poco. Entonces las nuevas experiencias se le aparecen como un pálido fantasma de las anteriores, y se da cuenta de que, aunque pasara la misma cosa que antes nos hacía reír, ahora nos hace llorar, ya que uno ha aprendido a base de besos o palos y no se toma las cosas con la emoción de las primeras cien veces. Esto conduce a una actitud amarga y desilusionada. O, quizás, lúcida como la de ninguno que haya vivido menos de 200 años.

Hasta que empezaban a perder la memoria por enésima vez.

Ese hastío, ese tedio o esta sabiduría, era algo que todo gobierno desea retirar de sus ciudadanos, y era especialmente el que se iba a expandir en los viajeros temporales, a los que el dispositivo ultrarresistente iba a explicar los pormenores de lo que había pasado a cada vuelta al presente en la carrera histórica, incluyendo la biografía primera que había tenido cada uno de ellos, su yo inicial y un resumen de toda su aventura temporal, para que no olvidaran volver a sumergirse en el pasado cuando ya lo hicieron, y crearan el mínimo de paradoja posible.

Era mejor, para su integridad psicológica, que fueran perdiendo la memoria cada trescientos años, y no que descubrieran cada no sé cuantos miles que estaban en una absurda carrera por la inmortalidad metafísica, pues las reacciones a ese descubrimiento no eran previsibles por las ciencias predictivas, aunque se sospechaba que no serían amables. No es que el gobierno quisieran evitarles el sufrimiento por especial empatía o conmiseración, sino porque el apaciguamiento ante todo implica, especialmente, desilusión ante las castas gobernantes, ante las mismas mentiras contadas por los mismos eón tras eón, y eso, desde luego, era engorroso: si la gente no estaba imbécilmente implicada en creer y apoyar a los partidos de turno éstos perderían toda su legitimación, y podían ser pasados por la guillotina. Sí es cierto que casi siempre hay jóvenes, sangre fresca, que todavía caen en las mamarrachadas y los baches en los que cayeron sus ancestros, pero no en esta civilización, que por motivos ya evidentes (todos eran viejos y su Viagra no estaba a la altura de su física teórica) tenía una edad media incalculable, que crecía sin jamás remitir.

¿Pero no es paradójico que estos gobernantes se preocuparan por su puesto si las posibles represalias se iban a producir en un Pasado que no los afectaba? No si tenemos en cuenta que se trataba precisamente del pasado donde los viajes temporales se estaban desarrollando a una enorme velocidad, y que, pese a que nadie le había interesado investigar cómo ir al futuro, pues en el futuro no se acostumbra a tener amigos a los que visitar o asesinar, no se podía descartar que ahora sí quisieran hacer una visitilla.
En resumen, la población de Drujye, y por ende de Darje, sólo podía rejuvenecer mentalmente, con el olvido cíclico. Y ya sabemos que, aparte de las facultades de practicarlo, lo principal que disminuye con la edad es la desilusión emocional ante el amor y ante la vida. Esto, con la muerte a la vuelta de la esquina, produce una resignación con mucho gancho psicológico, pero con la conciencia (para nosotros difícil de concebir) de vivir muchas vidas más con la misma personalidad, sin reencarnarse, puede generar, si se transmite al grueso de la sociedad, frustración y malestar en todos los estamentos de la sociedad. Este malestar, en ese Pasado de los viajes temporales, podía salir tomar cualquier derrotero (temporal).

Ante este panorama, el Gobierno seguía manteniendo de cara a las Confederaciones Galácticas, para conseguir su respeto reverencial, que los habitantes de Drujye seguían siendo virtualmente inmortales y llevando su programa secreto de viajes temporales. Y los habitantes de otros planetas les envidiaban enormemente porque ¿qué es mejor que una vida que se repita una y otra vez en una ciudad que se repite una y otra vez, una vida infinita que puedas volver a vivir como el primer día gracias a una mala memoria de sólo doscientos años?  He de hacer notar aquí que sí, ese distrito de la Galaxia estaba influido por el orientalismo y el New Age, no por esnobismo, sino porque sus misioneros habían venido de la India.
En todo caso, no sabemos si realmente los de Drujye son inmortales, pero, dado que no es lógico concebir una prolongación indefinida de la decrepitud, se puede teorizar que no, y en este caso estarían en graves problemas, pues ¿qué pasará cuando empiecen a morir? Por mucho que regresaran al pasado, seguían envejeciendo a cada vuelta igual que los compatriotas que se quedan en tierra/el presente (por las mismas leyes físicas antes sugeridas: no crean, como algunos escritores, que uno rejuvenece durante en el viaje temporal hasta ser sus ancestros o ser nada, lo que sería un disparate)

Sabemos que cualquier Drujyeano está muy lejos de morir, pero en el hipotético caso de que pasara, y de que por ejemplo hubiera en el Pasado una epidemia o una guerra (serían las primeras de su historia) y uno tras otro comenzaran a caer como moscas, tenemos un fuerte dilema. Si todos los Druyjeanos que han vuelto al pasado en ciclos eternos empezaran a morir y romper esos ciclos, puede darse que la Drujye del tramo temporal comprendido en ese pasado más remoto y ese aciago día en que se puso en práctica la máquina temporal quedara vacía. Ello sucedería si, por ejemplo, una Gran Guerra –que debiera ser provocada por los visitantes para suceder- los mata a todos. Entonces Darje sólo podría llenarse con las generaciones que vinieran todos los años a colonizar un mundo vacío en ese pasado, y los Drujyeanos del Pasado Aún Más Pasado (P.A.M.P.), a menos que inventaran entonces los viajes en el tiempo (que no lo hicieron) estarían separados por ese pasado no tan pasado en el que hubo guerra por un abismo insalvable.

Y, ¿qué pasaría si por ejemplo surgiera una epidemia de algún sitio, y destruyera a los del Pasado y cuando los del P.A.M.P. temporales entraran en escena con sus improbables tempomáquinas aún quedara un brote vivo en algún sitio, el aire fuera tóxico, o los alimentos estuvieran todos contaminados? ¿Y si todos murieran constantemente al llegar a cierto día de la Historia? ¿Y si los que vinieran en el futuro murieran nada más llegar por lo mismo? En caso de guerra o de pasado inhabitable ¿de dónde surgirían los Drujyeanos del presente? Aunque está comprobado que su existencia no depende de esta clase de paradojas temporales, y que incluso pueden matar a sus yos del pasado, estos siempre han nacido. Pero algo como una epidemia puede no asesinar a sus víctimas directamente, sino de forma lenta y dolorosa. Imaginemos que es de esta clase, y que tarda un año en asesinar a su portador. Si los Drujyeanos infectados deciden viajar a  todos los años del pasado cargados con ese mal. ¿No destruirán, al año, a todos los Drujyeanos de cada año pasado, mientras justo en ese momento en el cielo se abre una puerta que trae a los invasores infectados del año siguiente?
En ese caso se crearía un esquema histórico armonioso en el que en un pasado llegan los visitantes, al año mueren todos y empiezan a llegar año tras año portadores, en el siguiente pasa un año hasta que llegan, uno más hasta que mueran todos y luego sólo vendrán portadores, en el siguiente a ese pasarán dos años hasta que lleguen, tres hasta que mueran todos, y así. Poco a poco, los pasados posibles irán igualándose en una cuantía demográfica de cero, uno tras otro llegando a la inmolación como ríos a la mar.


Pero nos estamos desviando del tema. Hagamos un experimento teórico, que sirvenr para aclarar problemas en la práctica. Imaginemos que de forma parecida se envía un virus mortal, sin portadores, a todos los pasados posibles (dejando de lado la cuestión de si son o no infinitos).
Estaremos de acuerdo en que entonces morirán todos los Drujyeanos de todos los pasados posibles. Entonces, los del presente, ¿Habrían empezado a existir de la nada? ¿Estarían los Drujyeanos del presente solos en el tramo histórico? ¿En qué punto empezarían a existir? Hay muchas teorías al respecto, ninguna de ellas concluyente.

Si sólo sucede en uno de ellos, la Historia hace algo así como escoger otro, el más parecido, como punto de inspiración de este presente, pero infinitos pasados vacíos en los que no vive nadie ¿no es incompatible con que haya existido un pasado lleno de gente antigua o actual que interactuaban dentro de ese mismo tramo? Si en los infinitos pasados posibles se matara a todo el mundo, y luego se volviera (bien vacunado, claro está), a ver cómo era uno hace doscientos años, ¿se encontraría uno nada o algo? Sabemos que hay infinitos pasados posibles, en función de si se viaja a ellos o se practica con ellos un laissez-faire que permita que discurran exactamente igual que siempre, lo cual hizo que hasta la Intromisión Temporal sólo hubiera habido uno, pero ¿cuál es su naturaleza si puede haber un pasado lleno de gente y todos los pasados absolutamente vacíos al mismo tiempo? ¿De un pasado en el que no hay nadie puede surgir un presente en el que sí hay personas? ¿Cómo soluciona el deus ex machina histórico esta digresión? Algunos dicen que, aunque teóricamente se pueda exterminar a los habitantes de todos los pasados posibles, el Primer Pasado, el originario, es inalcanzable, que se ha fragmentado en infinitos fragmentos pero a cambio él ha dejado de estar al alcance del Drujyeano para siempre. Otros dicen que no, que el Pasado Primero, el único que realmente pasó, el único en el que seguro que hubo gente, está escondido, muy escondido entre los otros, pero no se salvaría de esa supuesta mortandad masiva. Y que cuando se le asestara la estocada final, se crearía la única paradoja irresoluble, y esta paradoja sería muy superior a aquella tan manida de los dobles, que no tienen por qué  ser incompatibles, o la de la pequeña alteración que a la larga produce efectos desastrosos (que, si el tiempo es una fuerza de por sí y el mundo es ordenado, probablemente el curso histórico se pueda amoldar para amortiguarla)


El lector está invitado a profundizar, desarrollar o criticar la problemática del escenario presentado, preferiblemente -aunque no es obligatorio- si otorga una justificación racional a sus argumentos. Por ejemplo, un cabo que ha quedado suelto y sirve de pista es el siguiente. Vale que en esos últimos mil años la ciudad, con todas su ampliaciones y alteraciones, necesariamente "vuelva" a como era en el presente. Pero ¿qué sucede cuando un año llega una comitiva que construye una casa, y al año siguiente llega otra? ¿Se encuentra las casas construidas por la primera? Parece ser que sí, pero eso implica que el pasado al que ellos llegan no es uno de los Pasados A Los Que No Viajó Nadie (¿habrá uno solo o muchos?). Si llegaran a esa clase de pasados, en ellos no estaría presente nada Presente.
También hemos dicho que los dispositivos intraepidérmicos, o como se llamen, recuerdan o recordarán a los viajeros que es el momento de que partieran como partieron en su momento, para evitar la paradoja. Pero, ¿no se encontrarán a ellos mismos partiendo también? ¿Eso es evitar la paradoja?

En Drujye todos estos interrogantes, pese a toda campaña gubernamental en pos de que piensen en DrujyeCola, están trayendo de cabeza a sus habitantes, y la sociedad se desmorona poco a poco bajo el signo de la locura. Muchos Drujyeanos están preparando máquinas del tiempo ilegales para poder viajar al pasado y suicidarse y matar a todos los que allí habitaban, porque creen que así despejarán sus dudas.  Otros esperan en silencio y sosiego que pasen un par de cien años para ver qué sucede cuando su memoria se emborrone y empiecen a olvidar estas horribles cosas, y mientras se dejan combatir por la desilusión colectiva que tanto daño hace en otros sectores galácticos, acabando por convertir a Drujye en el primer planeta en las Sondeos de Frustrados. Y, los que más, pues su nivel cultural está muy lejos del nuestro, se dedican a hacer tablas y logaritmos para intentar calcular los resultados de todos estos enigmas, pero el Gobierno, previsor, lleva desde hace muchos años enseñando matemáticas y lógica falsas, por si se les ocurre algún problema que requiera de raciocinio.

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