jueves, 4 de abril de 2013

Los padres de la criatura



(grabado en una roca con función de micro oculto)


-¿Querías verme, Pontius?
-Sí, Pentium. Toma asiento. ¿Un canapé de garum?
-No, gracias, no ando muy bien del estómago, Pontius.
-Sea. Como sabes, querido Pentium, todo lo bueno se acaba. Acta est fabula. Hay que reciclarse, querido amigo. La Urbe tiene los días contados si seguimos a este ritmo. Ya tenemos el dichoso Imperio ¿qué nos queda por ganar? Nada. Sólo tenemos que perder. Y estamos perdiendo, perdiendo en moral, en religiosidad, en cohesión frente a los bárbaros.
O tempora, o mores! Yo también siento en mis propias carnes la degeneración de las costumbres.
- Ya escucho,  amicus-amicum-amici, el rugir de tu estómago, tan asiduo a las bacanales.
-No me lo tomes a mal, Pont.. (¡burp!)
-Estimado Pentium, quiero presentarte un proyecto que llevo años preparando, y por fin me atrevo a contárselo a alguien de confianza. Hay que crear un nuevo ideal que nos reagrupe con la fiereza de antaño. Lo de Júpiter lanzando rayos a dexter y sinister ya está muy visto. No es que haga falta algo más elaborado, más inteligente, sino algo distinto. Simplemente. ¿Me entiendes, respetado Pentium? La plebe sólo pide novedad, algo que sacuda un poco su rutinario sentimiento de que nihil novum sub sole.
-¡Oh, qué honor, adorado Pontius, que sea yo el primero en escuchar estas proféticas palabras! ¡Qué novedad más grata, precisamente!
-Óyeme, mi apreciado Pentium. He estado reflexionando mucho sobre nuestro genus, y he llegado a la conclusión de que lo que realmente nos especifica como species es que nos hacemos preguntas. Muchas preguntas. Muchas de ellas repetitivas, es verdad. Pero se pueden agrupar en un buen manojo. Que si adónde vamos, que si por qué estamos aquí, que si por qué tenemos que ser buenos, que si por qué todo esto es realidad y no sueños, de dónde venimos, por qué hacemos popó, cómo apareció el mundo… ¿Sabes? La mayoría de ellas, si te pones a pensar, no tienen respuesta posible porque implican un distanciamiento del pensamiento con la realidad tal que el mundo no puede ya ofrecernos la respuesta. Y ahí entramos nosotros para venderla al mejor postor.
-Oh, honrado Pontius, me intrigas.
-He pensado que eso de tener una respuesta para los rayos, y otra para el alzamiento del disco solar, y otra para las mareas y así ad infinitum no es lo óptimo. Es lioso. Es lioso, Pentium. La plebe sacaría más provecho de aprender muchas otras cosas, de especializarse en filosofía, retórica o geometría antes que tener que recordar cada una de estas respuestas arbitrarias. Que no digo que sea malo que lo hagan, pero cualquier día pueden empezar a preguntarse por qué no dedican ese tiempo a aprenderse la tabla de multiplicar, y eso sería terrible.
-¡Terrible de verdad!
-Entonces he pensado que es más redondo y tiene más tirón un grupo de dioses más reducido. Pongamos tres… o cuatro. Cinco, a lo sumo.
-Pero ¿de qué hablas? ¿Traicionar a Júpiter?
-Si son cuatro, sitio hay para Júpiter de seguro. Pero tienes que cambiar el chip, apreciado Pentium. No se trata de extinguir a nuestros dioses…
-Alabados sean sus nombres
-… sino de perpetuarlos para siempre. De hacer que nuestros descendientes puedan, bajo la fachada de la idolatría, seguir rigiendo per secula seculorum.
-…sub specie aeternitatis.
-Ahí va. Así que, bueno, ¿qué me dices?
-Me mola, me mola. ¿Y cómo son esos tres o cuatro que has inventado?
-Eh, bueno… No tan deprisa. Tienen que ser prodigiosos inventii. Alta literatura. No se pueden inventar así, en un pispás.
-¿Y por qué me lo dices tras tantos años si aún no has acabado tu tractatus, oh, preciado Pontius?
-Para que me eches una manita, campeón.
-Mmmm..
-Mmmm..
-Mmmm…
-Oye, y ¿por qué no dos? Algo binario estilo bien/mal, luz/oscuridad..
-Pero eso suena a Hollywood, tío.
-Bueno, no sé, siempre queda resultón.
-Oye, ¿y uno?
-¿Te refieres a reducir los innumerables enigmas del universo a una sola respuesta plana y unívoca?
-Sí, oye, yo al menos propongo cosas.
-Sí, pero es que eso es de una vagancia intolerable, incluso para mí, que si no me meten las doce uvas en la boca no cambio de año.
-Así es el hombre, amigo: homo economicus. Si lo piensas bien, es lo más rentable: todas las preguntas en una respuesta. Oye, me empieza a gustar la idea...
-No niego que así visto suene tentador, pero ¿cómo lo argumentaremos? Tendremos que currarnos mucho su biografía, ¿no?. Ser el dios de los pasteles y de la mierda al mismo tiempo… No sé, me suena raro, compañero. No subestimemos la inteligencia del ciudadano medio. ¿Cómo defenderlo?
-No, no argumentaremos nada.
-¿Pero cómo responderemos a las preguntas? Alguna clase de mito…
-No, no. Nuestro Dios simplemente será un galimatías impensable, unas calendas griegas en toda regla, y nuestra excusa será que está por encima del entendimiento humano, como los lacanianos.
-Pero la gente tendrá dudas.
-Los mataremos.
-Comprendo… ¿sabes? Me gusta, amigo. Vaya si me gusta.
-Todos para uno, y uno para todos.
-¡Viva el Unus!
-¡Me la comes como ningunus!
-Jajajajajajaja.





(Al día siguiente)



-Traigo novedades, prestigioso Pentium.
-Dime, venerable Pontius.
-Que no, que al final no… no va a ser sólo uno.
-¡Pero entonces ayer no carpeábamos el diem!
-Van a ser tres, troncus, ya lo tengo pensado.
-Bueno, a ver, cuéntame.
-Van a ser un papá y un hijo. Así podemos coger a cualquier pirao de esos que andan por ahí hablando del fin del mundo y convertirlo en su retoño.
-Pero entonces ¿cuál de los dos es Dios?
-Los dos. Es una cualidad hereditaria.
-Eso está bien pensando. Sí, es consecuente. Te felicito. ¿Y quién será el que mande? El padre, ¿no?
-En la práctica sí, pero en la teoría los dos son igual de Dios, no te jode.
-Y habrá un tercero…
-La madre.
-No, será otra entidad increada e incorpórea pero existente aunque invisible, que se le llamará el espíritu de Dios pero no será el alma ni el aliento vital de Dios sino otra cosa, y que no es ni el Padre divino que creó el mundo ni su hijo medio humano, pero es Dios a su manera. Y, pese a que no será un pájaro, lo representaremos como una paloma por motivos comerciales, aunque no será una criatura.
-Eso ya me gusta menos. Y ¿qué hará ese?
-No se sabe. No se sabe qué es. Nadie lo sabrá.
-¿Esto qué mierda es, tío?
-Nada, que he pensado que es mejor así, con misterios, ¿sabes?. Como el Cluedum, así que te engancha desde el primer momento.
-¿Pero no lo estás llevado muy lejos?
-Es que esta mañana me levanté y vi en mi alféizar un palomo. Y pensé: “a los pájaros no se les entiende lo que dicen….¡ese es el Espíritu!”
-Bueno, bueno, como quieras. Tú eres aquí el cerebro. Pero vas a tener que quemar a mucha gente para que eso siga adelante.
-Es la idea. Ahora tengo que irme a las termas a hacerme la manicura. Mañana nos vemos.
-¡Vale!



(Al día siguiente)

-Salve, Pentium, ¿tienes un secundum?
-Sí, claro.
-Ya lo tengo, Pontius, ya lo tengo. Serán cuatro, con dos subdivisiones. Tres agrupados en una categoría y otro independiente.
-Joder…
-Sí, sí, el bien (los tres dioses) y el Mal. Tú lo dijiste, tiene mucho gancho. Sólo que el Mal no será igual de poderoso que los Dios. Será una criatura creada más, pero que se habrá vuelto muy mala.
-Entonces los Dios podrán pararle los pies.
-Sí, pero no querrán porque serán unos hijos de puta (especialmente el Hijo).
-Delicioso.
-Eso quería oír. Porque en verdad, querido Pentium, sin ser mentira esto que te digo, la idea es otra.
-A ver, a ver.
-Ya lo tengo. Y prometo no cambiarlo más, idolatrado Pentium.
-Tiemblo sólo de oírte.
-No serán uno, ni tres, ni dos, ni cuatro. Serán potencialmente infinitos..
-Voy a dejar de acudir a estas reuniones, estimado Pontius.
-No, déjame que te explique. Todos podrán ser adorados. No como Dios, pero casi.
-¿En función de qué?
-De todo y de nada. Es que verás, querido, estaba el otro día paseándome por la morgue del circo romano y me dio por pensar que, realmente, la mayor parte de la gente vive muy mal, Pentium. Tú y yo sólo conocemos el garum pero ellos comen  hasta pescado fresco.
-¡La virgen! ¿Y qué hacemos? ¿Les ayudamos a vivir?
-Les ayudamos a morir.
-Ah, mejor.
-¿Por quién me tomabas? Que lo hagan con una sonrisa, joder. Que piensen que cuando la vida se les escapa entre los labios su alma es una mariposa que rompe el capullo y echa a volar hasta las nubes.
-Oh, ¡qué bonito! Pero, ¿cómo lo hacemos?
-Muy sencillo: vendiéndoles muy bien la moto. Que si estarán allí con sus seres queridos, que el dueño del chiringuito será un atractivo hombretón sabio y barbado a lo Marco Aurelio. Ahí, ¡que se les haga el culo Pepsi Cola! Que se vuelvan adictos al dolor físico, ahí, que sufran los cabrones y se dediquen ellos mismos a joderse la vida. ¡Sí!
-¡Sí! ¡Me he mojado el peplum, Pontius!
-Y por eso, los individuos que podrán ser adorados (después de muertos, por supuesto, no queremos competencia) serán los mejores murientes. Gente que muera con estilo. Que no se diga. Ahí, dando ejemplo.
-Te aplaudo, te aplaudo. Clap, Clap.
-Además, eso le dará un colorido y un puntillo friki que te cagas.
-Y no perdemos al sector más arraigadamente politeísta. Buena estrategia,  amicus-amicum-amici.
-Ya sólo falta el iluminado.
-¿Cuál escogemos? Hay miles por ahí… aunque a mí ninguno me da buena espina, que no te digo na y te lo digo to, Pontius.
-Ahora mismo vamos a las cuevas a decidirlo.




(Al día siguiente)

-Salve.
-Salve, Pentium. Hay que ver la que se tenían montado allí dentro, ¿eh? No era muy higiénico, pero lo del agua y el vino fue un alucine, tío.
-Yo esta mañana con la resaca no paraba de darle vueltas en lo del pastor y el rebaño. Y lo he pillado. ¿De qué se nutren los corderos?
-Jajajajajaja
-Sí, no están mal los doce monos estos pero… ¿no te parecen algo raros? En fin, dan un poco de mal rollo. Todo el día ahí metidos, sin lavarse, dale que te pego…
-Compréndelo bien, Pentium. Lo importante no es lo que sean, sino lo que se diga que fueron. Mira, Pentium, yo no quiero equivocarme. Imagínate que uno de ellos es de verdad enviado de Júpiter.
-Alabado sea su nombre.
-Hay que escoger al peor de todos, para no pifiarla. Sé que es inverosímil, pero nunca se sabe… Así no tenemos nada que perder. No quiero cargarme a nadie con la más remota oportunidad de estar tocado por él. Con este me lavo las manos.
-Hombre, Pontius, un toque tiene dao ya.
-Ya verás, Pentium. Conseguiremos que Roma dure para siempre. Y si dentro de veinte siglos todo empieza a fallar, pues ya nos inventaremos algún dictatorzuelo expansionista. Aunque tú y yo, Pentium, no pasemos a la historia, nuestros bigotudos descendientes aún seguirán diciendo eso de la città eterna.
-¡Oh, cariño, bésame a orillas del río!

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