La socialdemocracia
alimenta esa idea falaz del progreso y el evolucionismo. La socialdemocracia no
es más que la mínima expresión de la grandilocuencia antropocentrista de la
soberbia humana desprovista de virtud y apremiada por el laicismo propio del
mundo reglado en el que chapoteamos como cerdos.
Es cierto que para
los neoinquisidores de la corrección política las sentencias anteriores y,
claro, otras tantas vertidas y recalcadas hasta el espasmo en estas entradas
nominadas como 'Desmoralización civil y otras inquisiciones' denotan aires
provocativos o de profunda negligencia intelectual. Bueno, y ¿qué? se
preguntará el sagaz lector, pues eso me pregunto yo cuando mi conducta es
afeada de forma ofensiva e insultante por los mamelucos de la cachiporra
virtual escondidos en las mazmorras de su inteligencia y conectados ad nauseam a LA RED.
El teórico sistema de
libertades(ji-ja-je-jo-ju) en el que nacimos es lo que la zanahoria para el
burro: la trampa mortal para el ingenuo encantado de haberse conocido.
Sí, lector (y afición
en general), ya sé que NADA IMPORTA NADA, que la ciudad es una jungla y Facebook
una tasca de borrachos o quinceañeras desatadas, que arreglar el barrio es una
conducta heroica con final trágico en un depósito de mártires caídos y que por
bocazas y torero osado y artista debo (en demasiadas ocasiones) aceptar la
cornada del respetable paniaguado...Ya, lo sé...
Y, por supuesto, también
sé que cuando servidor de nadie tenga la chanza de largarse (con nocturnidad,
alevosía y más pena que gloria) de esta escombrera, lo hará sin que le tiemble
el pulso ni el lagrimeo de su corazón encharque el porvenir de sus futuros
hijos.