lunes, 14 de enero de 2013

Mientras mamá duerme (Fascismo mutante y otros terrores)


Se entiende como una forma espléndida de opresión aquel mercantilismo que, escaldado en la voz del infantilismo, reconoce su lujuria como nueva orden instructiva.

Juega con el tiempo abstrayendo la identidad del sujeto a un rápido cúmulo de acontecimientos que remontan constantemente la necesidad imperativa de la vieja felicidad. La vieja felicidad.

La cosecha de la eternidad arrastra tras de sí la propia existencia del minutero. Resulta humillante el pavor de una sociedad de boca abierta que no se reconoce muerta. Nos encaminamos a un paralelismo moral coetáneo, tantas veces resuelto a lo largo de la historia. Como saben, la vuelta sobre nuestros pasos no solucionará lo más mínimo. Volverán a retomar el viejo rotulo de "La era del vacío".

Brindaremos desde el extremo del último tren cuando nos lleve lejos.




2 comentarios:

  1. Asusta cuando se cierran las puertas del vagón.
    Chín chín por esa felicidad perdida.

    Muac!

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  2. Amo profundamente el estilo rabiosamente sofisticado de estas entradas depuradas de #hombresatélite

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