Sin ideales ni violencia, extiéndete sobre el colchón. No digas nada: dices con la mirada más de lo que crees. No jures promesas sobre el bidé: para que nada nos amarre no vertamos sangre ni demos de alimentar con su coagulación a la bestia sádica de la fidelidad.
No te inmutes ni pestañees: sabes demasiado como para discutir o juzgar las pintadas libertarias que en la pared rotulan los demagogos de la libertad. No confíes en nadie ni bajes la guardia: en cualquier momento los que ahora sonríen mientras tienden amistosos la mano te venderán a tus enemigos.
Cada paso en el camino nos mantiene a raya: siempre puedes volver pero jamás hacerlo del todo.
Hay una sola autopista y dos caminos bajo tu piel encendida por la noche: tranquila, cariño, en esta ciudad no hay nada que merezca lo suficientemente para querer robarlo.
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