Para el lector el libro siempre es una radiografía de sí mismo como armar la trama y el desenlace una querencia onanista del ego lo es para el escritor.
Pecas de soberbio si te abandonas en el don y no templas tus armas en la mártir actividad diaria de la escritura como un látigo que castiga.
Debes arriesgar todo lo que tengas y si es preciso saberlo abandonar. Hazte a la idea de romperte la camisa debajo de la brisa de un ventilador o de perseguir a Moby Dick hasta Camboya profunda.
No inviertas tu fortuna en galeras o mercadotecnia, ocúpala en financiar tus empresas y comprar el suficiente tiempo como para nadar en la verdadera libertad creativa sin hipoteca ni cuita ni divorcio.
No seas membrillo con la mujer como símbolo de inspiración. Tanto la inspiración como la transpiración es un milagro de suerte que has de saber ganarte con el sudor de la frente. Por ello, si cedes a sus caprichos, estás perdido. Por supuesto, puedes sobrevivir sin ella pero no demasiado tiempo sin atender a su vuelo rasante o saber volver de donde nunca se vuelve sin inmolarte en los mil pedazos del espejo interior.
Sé valiente, masca chicle de menta, mantente tan imposible como un pez rojo en la oscuridad de un río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario