lunes, 15 de octubre de 2012

Dieta otoñal (Iº parte).


A vueltas del exceso veraniego, se presenta vacilante el otoño y asoma serio el invierno. Amigo lector, enfilamos el fin del 2012 seguros de haber sido rigurosos en nuestra alimentación. Fiel lector, coincide conmigo en que desde que sigue las recomendaciones de El Abuelito se siente más cómodo y ligero que antes, infinitamente más conforme con su vida, asertivo con su familia, entrañable con sus correligionarios, sensibles a los infelices disminuidos del mundo. Amante lector, sígame, no le pienso defraudar.

Con las espadas en lo alto, afrontamos los venideros meses previos a la entrañable Navidad con una robusta y reconfortante estipendio alimenticio. Antes de formular considerable propuesta es mi deber recordar al lector precauciones inapelables para con la estación del año en la que nos sumergimos.

Lector, el otoño se caracteriza por ser un período climatológico fronterizo entre el cálido dispendio estival y el gélido estancamiento hibernal. Este carácter se radicaliza en las regiones orográficamente entreveradas por el mediterráneo y el atlántico a lo largo y ancho de nuestra península. Constado hecho introduce inestimables fenómenos tan entrañables como el conocido veranillo de San Martín. Teniendo presente el insólito fenomenológico nacional has de acometer la cuidadosa empresa de extremar su cuidado. Es decir: lector, no deje de recordar pernoctar provisto de al menos una sobrecamisa o breve canesú, cubrirse levemente la garganta y, sobre todo, atizarse una enérgica combinación de concentrado vitamínico de cítricos.

Ahora sí, lector, ora et labora...:

Son fundamentales las legumbres, carnes blancas y el pescado, los zumos cítricos (limón y naranja) e infusiones que previene acortar los síntomas catarrales, frutos secos y cereales... Este aporte energético conforma una alimentación sana y variada para llevar una dieta equilibrada y preventiva que aporte vitaminas, sales minerales y proteínas que refuerza el sistema inmunológico.

¡Y qué decir de las frutas otoñales! Tenemos desde el chapuzón cítrico rico en vitamina C de mandarina, naranja, limón, pomelo o kiwi hasta las enternecedoras granada, membrillo, uvas y chirimoya.

Hemos de tener cuidado con aumentar la ingesta de lácteos para compensar el descenso de la síntesis de la vitamina D en nuestro organismo: quesos frescos, yogures o cuajadas son derivados lácteos ricos en calcio que aportan proteínas de gran valor.


Y hasta aquí la primera parte introductoria a nuestra dieta otoñal. Gracias por leernos.

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