jueves, 27 de septiembre de 2012

Pasajera silente.


Luz que sempiterna sobre el quebranto de la sombra mientras piruetea en el delirio de la noche. Antes de cruzar la puerta ya sabías que me gustaba estar al lado del camino fumando el humo mientras todo pasa.

Despierta en la memoria esa inquietud que guardan los que acaban de amarse. En vano recorremos la distancia que queda entre las últimas sospechas de estar solos. Nada sé contestarte, sólo que soy consciente de mi propia ironía.

No hay nada peor como que la noche te haga trampas cuando intentas estar tan tranquilo. Desde un país sin límites apagaste las luces y encendiste la noche galopando insomne desde Callao hasta derrapar en Corrientes pernoctando rabia y sudor de transa por los huecos prietos de la famélica luna.

Afila el malevaje la altanera sensualidad de un compás que tanguea el ansia hecha sangre y arrodillada entre guijarros.
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